Temas

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mujeres de mente abierta

I
- Chicas, les quería contar que me separé.
Carola, madre soltera de una nena de unos cinco años, acababa de cortar con su última pareja.
- Intenté de todo, pero hay cosas que son imperdonables- decía desde atrás de esa panzota de cinco meses de embarazo que se interponía entre ella y nosotras, grupo de mujeres que nos consideramos de mente abiera, mientras nuestra no excesiva confianza nos impedía inquirir sobre esos motivos imperdonables.

La mirábamos con cierta compasión disimulada que intentaba darle aliento, y todas la apoyamos. Que qué se le va a hacer, que son cosas que pasan, que para lo que necesites, no dudes en llamar.

II
- Lo voy a cortar, no da para más.
Nos contó un día Martina, al mismo auditorio de mujeres, por la misma época.
- No es él, es un tema de compromiso con la relación. La última vez que iba a venir canceló, y esa fue la señal que me decidió.

Todas asentimos condescendientes. Una relación a tal distancia, Mexico-Argentina, no parecía que podria prosperar si alguno no daba un gran paso. Y la verdad es que pocas creían en que esa relación prosperara. Ella divina, hiperactiva, bailarina, manteniendo por más de dos años una relación que habrá tenido poco menos de siete encuentros. Y si, Martina. Es comprensible. Al principio será doloroso, vivirás un duelo, pero tal vez sea lo mejor... tal vez éste es el gran paso posible en esa relación.

III
- Voy a demandar a mi ex marido por no pasar la cuota alimenticia.
Nos había contado un tiempo antes Norma, la mayor del grupo, quien tiene un hijo adolescente.
- Y ni siquiera lo hago por la plata, si son dos mangos. Lo hago porque no puede ser. Con ese prestigio que intenta mantener, que ni se avergüence de no cumplir con ese mísero gesto hacia su hijo.

Por supuesto este ávido auditorio en el que, por lo que cuento aquí no parece, no solemos tener este tipo de chalas sobre nuestras vidas privadas, asintió comprensivamente. Ella es una mujer espléndida y trabajo no le falta. Pero es casi el colmo que el tipo, que casi tiene un renombre, no le pase la cuota. Ojalá se enteren en el trabajo y el tipo no sepa dónde esconderse, decían algunas.

IV
- Y si, chicas. Se los tenía que contar en algún momento.
Es lo que respondió Malena al mismo grupo de mujeres que le preguntaba para cuándo los hijos. Ella, de unos treintaypico, está en armoniosa pareja hace varios años, y en feliz convivencia.
Estuvimos hablando con Mario y decidimos que no queremos tener hijos. Estuvo buenísimo que lo hablemos porque todo el mundo nos preguta, su familia, la mía, los amigos, pero sentimos que no nos vemos como padres. Nunca me plantee si tendría hijos ó no, y él tampoco. Ninguno soñó con tenerlos y hemos decidido poner eso sobre la mesa. De a poco lo vamos "contando" a nuestros entornos.

Mientras yo me asombraba que se justificara tanto como si estuviera contando algo de lo que se sintiera culpable, y mientras me sorprendía la profunda honestidad para con su pareja y el fuerte vínculo que deberían tener... y especulaba con la infranqueable e íntima comunicación que deben habitar y la pareja perfecta que deben hacer juntos. Y mientras ella seguía como justificándose, yo sentía una profunda alegría de pensar "qué bueno que se hayan encontrado y coincidido en este aspecto..."

El tema es que mientras yo estaba casi extasiada imaginando toda esa idealidad para con ellos mismos, me despavilaron repentinamente las voces del grupo de mujeres de mente abierta:

- ¡¿Pero cómo, Malena?! Vos siempre dando la nota. ¿Cómo no van a tener hijos?
- Ay, Male. ¿No será un resabio adolescente el tuyo, que no llegás a madurar?
- Tal vez sea una cuestión de ego. Te lo digo bien. Como que no te imaginás dedicándole tu vida a un ser tan dependiente de vos, justo vos que sos tan independiente.

Y así siguieron. Malena asentía, decía "puede ser, puede ser", sonreía. Muy segura de sí misma y como sabiendo que iban a venir este tipo de cuestionamientos que a mí me asombraron tanto...

- ¿Y ya se lo dijiste a tu familia? ¿Y a la de él?
- Sos hija única, ¿qué dijo tu mamá?
- Tu suegra no tiene nietos, ¡se va a morir! ¿le contaron ya?

Yo, muda. No salía de mi asombro. Estas mujeres que había comprendido, tomado como natural y ofrecido su apoyo a algunas de las historias más insólitas de pareja que se hayan planteado. Que siempre opinaban de otros temas con razonamientos e ideas creativas, descontracturadas, casi superadoras ahí estaban, cual tribunal inquisidor, señalando y tirando toda una lista de frases hechas... ¡a alguien que contaba una buena noticia para ella, un acuerdo con su pareja, ningún drama ni pesar! ¡que estaba feliz, que evidentemente había encontrado la horma de su zapato! ¡Que era honesta consigo misma y con su pareja!

En fin.

Ésto me dejó perpleja por un tiempo... y ahora que escribo sobre ello (en serio, en este mismo momento) creo que estoy desenmarañando esta aparente paradoja. Que por qué, que qué pasó con la historia de Malena que despertó esas reacciones en este grupo tan particular, y por qué las despertó la historia de Malena y ninguna de las otras:

Las otras historias, por más estrambóticas que parecieran, eran el "deber ser" frustrado, interrumpido. Una calamidad, una pena. Un accidente.

La de Malena era una postura, una decisión y la convicción de vivirla. Y su historia salía del "deber ser", del mandato, de lo establecido. Y por más que ella se mostrara feliz, nadie podía advertirlo. O lo advertían, pero no lo podían decodificar.

Creo que estas mujeres son de mente, palabras, ideas, razonamientos abiertos, creativos, desconracturados. Pero no entienden ni pueden ver hechos, que la vida concreta de alguien sea creativa, abierta, descontracturada.

No lo entienden... y ni siquiera notan que no lo pueden ver.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Los grandes misterios de la vida

Será que fuimos programados para ello ó que está en la naturaleza humana, pero en todos los tiempos y culturas la fascinación por lo desconocido está sobredimensionada. Y no creo que esto sea bueno o malo, pero de lo que no cabe duda, es de que es indiscutible.

Que si los fantasmas, los espíritus, la reencarnación, las vidas pasadas.
Que si los extraterrestres, los gnomos, las hadas.
Que si la telepatía, telequinesia, la programación neuro lingüística.
Que si el horóscopo, las runas, las energías, el autoayuda.
Que si Adán y Eva, el Big Bang, la evolución de las especies.
Que si Dios, Jesús, Alá, Buda, nadie.


Lo bueno de todo esto es que puede que motorice investigaciones, estudios, historias. También entretenimiento, claro. Y alivio y contención a mucha gente. Otra cosa positiva es que sin dudas le da trabajo a muchas personas, en la misma proporción (ó más) que el turismo.

Pero en otro orden, lo que he notado es que mucha gente vuelca en lo desconocido todas sus expectativas, admiración, fanatismo. Ponen allí (en esa nebulosa abstracta) tiempo, dedicación y una energía que da pena se disipe en tal dimensión supra-terrenal. Y sólo por el hecho de que se la desconoce, no por el hecho en sí mismo. Como si supieran de antemano que jamás podrán vivir un placer similar al que vivirían al descubrir alguno de esos "misterios".

Como conocemos el pasado y sus complejos devenires en el presente, nos desvela el futuro. Si el planeta fuera todo llanura, habría una multitud en cola de espera para ir a algún planeta donde existan montañas. Que la vida marina es un universo aparte más complejo que el de cualquier civilización inventada por el cineasta más fantaseoso, lo notamos con tal sólo ver algún documental de la TV. Pero bueno, está ahí. No nos maravilla.

Ojo. También hacemos a la inversa: si vemos algo que nos deslumbra, inmediatamente pensamos que seguramente no puede ser terrenal ó hecho por el ser humano conocido. Así, las líneas de Nazca, los Círculos de Trigo ingleses, los Gigantes de La Isla de Pascua, las Pirámides... las grandes obras que tranquilamente pudieran haber sido hechas por hombres (yo no lo sé, claro) enseguida se le atribuyen a algo desconocido. Como si "lo maravilloso" fuera potestad de "un afuera" del planeta.

Estaría bueno no perder ese bichito que nos motoriza a indagar. Pero estaría más bueno que eso no nos omnubile. Que sea lo que sea, no es más ni mejor que lo que conocemos. Y que, en sí mismo, todo lo que conocemos puede que sea más fascinante y misterioso, digno de apreciación y respeto. De emoción y gratitud.

Porque hasta Matt Groening sabe que, de vivir todos en Futurama, los extraterrestres nos importarían un corno.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Menos X Menos...

Creo que a menos que seas raro (por no decir otra cosa), la idea de "escuchar a las minorías" a todos nos cae bien. Suena lindo, de buena persona. Pero hay algo que por más que lo veamos todos, y a diario, casi nadie está mirando.

La única minoría es la que tiene micrófono y habla.

Y aunque busca nuestra complicidad ó empatía, habla DE nosotros (no "a nosotros"), rotulándonos por determinado aspecto. Así se inventa el concepto de, por ejemplo, "los gays son minoría". Y yo me pregunto ¿en qué? porque "lo gay" atraviesa al rico, pobre, oficinista, hippie, traficante, profesor... y viceversa entre todos ellos. Y ese mismo gay es parte de la supuesta "mayoría" cuando se queja de la inseguridad, de los piqueteros, compa (o quiere comparar) en un shopping, tiene (o quiere tener) un plasma.

Y no es un tema cuantitativo. Que la minoría más pequeña del universo es la de los multimillonarios, todo el mundo lo sabe. Pero no es a ella a la que se refiere este discurso "inclusivo".

Y de paso, ¿Incluirse dónde? ¿Cuál es el parámetro?

"La mayoría" (que da por sentada este orador cuando tilda de "minoría" a un grupo) vendría a ser una especie de "superhombre abstracto", que reune un único valor político, ético, moral, económico, religioso, estético, recreativo, sexual.

Entonces, si nos juntáramos los que alguna vez fuimos tildados de minoría en algún momento... o sea, los....

pobres
presos
mendigos
desposeídos
perseguidos
piqueteros
villeros
ocupas
inquilinos

inmigrantes
emigrantes
extranjeros
refugiados
nómades

obreros
artesanos
campesinos
desempleados
vendedores ambulantes
inadaptados
desapegados
voluntarios

blogger
emos
cumbieros
bailanteros
punks
rollingas
darks
rastas
folkloristas
tangueros
murgueros
reggetoneros

enfermos
discapacitados
locos
hospitalizados

ermitaños
ateos
umbandistas
testigos de jeová
budistas
hare krishnas
yoggies
esotéricos
naturistas
vegetarianos

los que marchan
los que toman edificios públicos
los que protestan
los que hacen paro
los socialistas
los ecologistas
los comunistas
los maoistas
los trotskystas
los idealistas
los humanistas
los rebeldes
los revolucionarios

los gays
los travestis
los bisexuales
los transexuales
los swinger
los fetichistas
los masoquistas
las prostitutas
los taxiboys
los streepers
los asexuados
los impotentes
las frígidas
las multiorgásmicas

los que no miran Tinelli (ni Mirtha ni Susana)
los que miran canal Encuentro (canal á, canal 7)
los que miran Capussoto (Cha cha cha, Todo por 2 pesos)
los que miran cine ruso (indio, alemán, chino)
los que no vieron Avatar (ni cine 3D con anteojitos)

las que no hicieron fiesta de 15
las que no anhelan casarse
los que deciden no tener hijos
los que no se enternecen con mascotas
los que no arman el arbolito navideño
los que no quieren tener auto
los que no anhelan ser millonarios

TODOS somos MINORÍA
- valga la contradicción -

domingo, 5 de diciembre de 2010

¿Cuestión de fe?

Ella sueña con un hombre que la rescate. Con el que pueda conectarse íntimamente creando un diálogo franco y honesto, de comprensión mutua e infinita, a quien poder contarle hasta lo inconfesable y a quién poder entregarse incondicionalmente.

Sueña con que él la acompañe en momentos tristes, difíciles, hostiles, y junto a él sentirse contenida. Pero también se sueña acompañada en los buenos momentos, compartiendo cosas cotidianas como el trabajo, la familia, los amigos. Y por supuesto, momentos de plenitud y felicidad.

En su sueño, la locura que ella cree tener toma total coherencia ante los ojos de él, y él siempre tiene la palabra que ella necesita. Entre los dos hacen uno, infranqueable e indivisible.

Ella se siente orgullosa. Él le inspiraría, por tan dedicado amor, ganas de brindarle todo lo que a él le gustaría... ella conocería todos sus gustos y expectativas y se sentiría gratificada al dárselos.

Ella se aferra a su sueño como si fuera una utopía ante la que no quiere claudicar.

Ella ha dibujado en su cabeza y en su espíritu la esperanza de que es posible. De que existe. Y si un día resignara su sueño, casi toda su vida amorosa carecería de sentido. Se sentiría vacía sin ese motor que la movilizó hasta ahora. Y las separaciones de las que fue protagonista, los hombres a los que les dijo que no, todo ello no tendría sentido pues se basaron en creer en que es posible otro tipo de relación, la relación con la que sueña. La esperanza de que puede ser real. La fe en que está ahí, que Él existe.

Fuerte y sensible. Valiente y compasivo. Heroico y humilde. Permisivo y atento. La deja ser tal cual es, pero sabe ponerle los justos límites... y perdonar. Todas las cualidades, las tiene él.

Parece ser que en la era de la muerte de dios, ella no ha dejado de creer, sino que ha trasladado el sujeto de su fe.

Ella es muchas de nosotras.
Su sueño no es utopía, es religión.

¿Será hora de desmitificar también las relaciones?

Por el momento... pobre hombre, cargar con esta cruz.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Masculinos siglo XXI

El Manual de las frases hechas suele tener, como toda manifestación de la cultura popular (tradiciones, leyendas, moralejas), mitad de bizarrez alienante y mitad de verdad pura y basada en la experiencia. Y como toda manifestación popular, son tomados ó con la liviandad más neta y cruel, ó con la solemnidad más seria e irrefutable. Y el humor suele ser una de las fuentes más explícitas sobre estas cuestiones.

Los capítulos dedicados a las relaciones amorosas suelen ser muy empatibles: la mayoría se identifica con ellos ó conoce a gente con los que identificarlos. Y el capítulo de las frases hechas por las mujeres, sobre los hombres, no son la excepción:
  • son más simples y menos inteligentes que las mujeres
  • el sexo los omnubila
  • inmaduros/infantiles/eternos hijos de mamá/ dependientes
  • básicos/irreflexivos/dispersos
  • poco selectivos
  • superficiales
  • poco sensibles
  • poco románticos
  • vanidosos/autorreferenciales
  • cobardes
  • irresponsables
  • sucios/desprolijos
  • fóbicos a las relaciones de pareja
  • sordos ante las demandas de otros
  • buscan una madre en lugar de una pareja
  • no suelen reconocerse en nada de lo que esta lista vocifera
  • no pueden cambiar

Ahora... en Buenos Aires siglo XXI, de a poquito, ha irrumpido en la esfera masculina algo que hace unos años hubiera sido impensado: el hombre psicoanalizado.

Este hombre reflexiona, reconoce sus limitaciones, temores, contradicciones, defectos. Escudriña sus dilemas íntimos y los pone sobre la mesa.

Dice "esto es algo sobre lo que vengo trabajando en terapia", y casi arrollándonos en un discurso que ha tenido por décadas la potestad femenina, no hay mujer que se resista ante un hombre con tal grado de reflexión y sensibilidad... al menos, como para dar el gran paso de ir al terapeuta.

El Cromagnón se ha metamorfoseado hacia este nuevo ser que aun sigue siendo minoría, pero que no por ello deja de ser admirable.

¿Qué resultará de éste cóctel de ADN masculino navegando en cuestiones abstractas, introspectivas y complejas? ¿Acaso un ser ideal que combine todo ésto con esa simpleza masculina que en el fondo tanto nos atrae a las neuróticas enroscadas? ¿Acaso el mismo tipo de hombre pre-reflexivo pero con argumentos y justificaciones psicoanalíticas? ¿Acaso un tipo el doble de neurótico, con el que las mujeres ya no encontrarán en él un cable a tierra, sino un enredador de enriedos?

En cualquier caso, ese fenómeno (en ambas ascepciones del término) me resulta fascinante.


Me estimula y seduce. Casi me erotiza.

Pero cautela. A no perderse en esta fascinación por la novedad.
Pero cautela: a no desmerecerla.

martes, 23 de noviembre de 2010

Latente

Cualquier cosa te puede detonar cuando sabés quién sos
*pero te escondés, hasta de vos.

cuando sabés qué sentís
*pero lo callás para no asustar… ó para no herir.

cuando sabés qué es mejor
*pero estirás la agonía... ¿por ilusión?

cuando sabes qué esperás
*pero simulás que te da igual

cuando reconocés un ideal
*pero te convencés que puede ser real

cuando sabés qué hacer
*pero te paralizás por temor

Cualquier cosa te puede detonar cuando al ser tan vulnerable
sos tu fragilidad y tu protección
parábola despiadada
sin herramientas y con intención.

Cualquier cosa…
una sombra ó un destello
una escena íntima
una duda
una palabra
la sensación de vacío
no encontrar explicación

Cualquier cosa te puede detonar si sabés qué querés
*pero te hacés la que no.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cuando seas grande lo vas a entender

Recuerdo esa maldita frase. Y una de las grandiosas cosas que tiene el ser adulto, es no tener que volver a escucharla.

Era la clausura de una inquietud, y desde un lugar de absoluta autoridad portadora de verdad, lo que me dejaba sin posibilidad de decir nada más, y sin información que satisfaga mi inquietud. "Los grandes" se hacían los que sabían algo que yo no, pero íntimamente me daba cuenta que si aparecía esa frase, era porque ellos no tenían respuesta.

- Papá, ¿por qué decís que creés en las teorías no-religiosas sobre la historia de Jesús, y festejás navidad, reyes, pascua y nos mandaste a catequesis a tus tres hijos?
- Tía, ¿por qué si decís que el novio de tu hija la menosprecia y le socava el autoestima, estás deseando que le proponga matrimonio?
- Papá, ¿por qué si mi hemano mayor a mi edad podía ir a bailar todos los sábados, yo tengo que ir fin de semana por medio?
- Mamá, ¿por qué siempre decís que el poder está dentro de tí, y ante alguna adversidad te ponés a rezar?
- Abuelo, ¿por qué si todas las personas con las que te llevás mal son rubias, vos odiás a los negros?

¡Y yo que esperaba ansiosa a crecer para entender!

Lo reconozco. He escuchado a mucha gente decir: ahora que crecí (ó que soy profesional, ó que tengo un hijo, etc) entiendo más a mis padres. Me identifico con ellos. Me encuentro haciendo ó diciendo a mis hijos lo que yo odiaba que me hagan ó digan, pero ahora los entiendo...

Yo: ¿Y por qué les decís eso?
Ellos: ¿y qué les voy a decir?

Noté que en general que quienes reconocen "entender a sus padres" en la madurez, son quienes repiten exactamente el modelo que tuvieron en su casa. Bueno ó malo, idéntico. No supieron cómo "mejorarlo", y sólo replicaron... hasta lo que condenaban cuando eran niños/adolescentes.

Muchas veces se dice que no hay un manual de cómo vivir la vida, ó uno de cómo ser padre. Yo me di cuenta que algunos sí lo tienen: el manual de sus padres... que suele haber sido escrito por los padres de éstos, y los padres de los padres.

Yendo por este lado, me derivo al tema de cuán estandarizada y pre-fijada está tu vida, en relación a tu familia de origen. Aquí mi test, un punto por cada afirmación:

1) ¿tenés la misma religión que tu familia?
2) ¿votás a los mismos políticos?
3) en general, ¿coincidís ideológicamente con ellos?
4) ¿tenés una profesión similar a la de algún familiar mayor? ¿o al menos una que ellos te recomendaron ejercer ó les guste?
5) ¿trabajás con algún familiar mayor? ¿ó en un puesto similar?
6) ¿encontrás que tu pareja suele tener alguno de los conflictos que tenía la de tus padres?
7) ¿te vas de vacaciones a lugares similares a los que ellos iban?
8) ¿consultás a tus padres antes de tomar una decisión importante? ¿cuánto influye su respuesta?
9) ¿la opinión de tus padres siempre te parece la mejor?
10) ¿te decían "cuando seas grande lo vas a entender"? ¿vos lo decís a los niños?

Si tenés 9 ó 10 puntos, estás genial.

No sé si serás más feliz, pero sé que la llevás más fácil.
Al menos, no tenés que inquirir acerca de sus propias inquietudes, las heredaste.
Ante alguna duda, recurrís al manual y zaz. Zafaste.
Cuando hagas algo que no te parezca muy agradable no lo catalogarás como "un defecto" o no te preguntarás "¿cómo podría revertir ésto?", sino que lo rotularás como "cosas que son parte de la vida, siempre fue así, no las voy a cambiar yo".
Y, por sobre todo, las contradicciones, incertidumbres, planteos que tus parientes-mayores no supieron resolver siguen ahí, afuera, en esa estratósfera que se responderá cuando seas "aún más y más y más grande".

Pero ojo, si el cuestionario te dio de 5 a 8 puntos, puede que estés jodido. Sos vos atrapado en un manual ajeno... y eso es más difícil que no haber tenido nunca ningún manual.


Si te dio cero agarrate. Tenés mucho laburo por delante... pero un camino revelador. Espero que cuando seas grande, nos cuentes tu recorrido.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ni 10% de consideración

Hay toda clase de infructíferos debates en torno de esta cuestión, y en general nadie cambia de parecer sino que, cada uno, termina autoargumentando la postura que toma frente a ella.

La propina.

Que si dejás o no. Que si es obligatoria o no. Que si tengo, dejo. Que si te cobran cubierto no tenés que dejar (o si, porque es aparte). Que el que gasta $500 en una cena y no pone $50 es un rata. Que por un café que me cobran fortuna no voy a dejar. Y así, hasta el infinito.

Pero hay una postura que resalta entre todas ellas: la del que pone "en proporción a la atención recibida por el mesero".

La verdad que no tiene desperdicio.

Sentado ahí, ciudadano anónimo e impune, extasiado de esta oportunidad que le brinda la vida, por fin puede evaluar cuan servil es la servidumbre destinada a atenderlo. Cuan rápido, solícito, amable, sonriente es el uniformado que le ha tocado en suerte. ¡Y vaya si no son jugosos sus argumentos!

Este personaje, en general, no suele ver más que ese mísero poder que el destino le dio en suerte de ejercer, y no lo va a desperdiciar. No vayas a intentar sacarlo de ese lugar de privilegio, pues lo defenderá con uñas y dientes. Podrás sugerir "bueno, tardó en venir pero porque el dueño del lugar pone 2 mozos para 20 mesas" y te responderá "no es mi culpa". Podrás decirle "está serio porque es un trabajo agotador y son las 2 de la mañana" y te dirá "y yo qué tengo que ver". O por ejemplo "no seas así, ganan dos mangos porque el restaurante calcula lo que sacan de propina, y lo restan del sueldo" y te afirmará "ese no es problema mío".

Pero lo ideal es no indignarse y seguir con la sucesión del diálogo, ya que tarde o temprano, les juro, pónganlo a prueba, florece ese abominable hombre de las antípodas esclavistas: "le pagan para que me sirva, y no le voy a dar propina si no me atiende bien".

Lo maravilloso de todo ésto es cómo, cual lucha por defender ese patético lugar de ejercicio del poder, el tipo no duda en quedar absolutamente expuesto. Como si estuviera en la lucha por ejercer un derecho propio, y no en el lugar del amo sancionador.

La parte más triste es cuando, por este motivo que se estandarizó más de lo que a veces imaginamos, ves meseros ajetreados, con ojeras, con trescientas mesas para atender y que fuerzan una sonrisa, agotada y servil, intentando conquistar al posible cliente "exigente".

Y todo por dos mangos. Dos mangos que hacen a la diferencia de su salario. Que se aprendió a ganar y defender del modo que la experiencia se lo enseñó: actuando amabilidad ante los seres más despreciables.

sábado, 23 de octubre de 2010

dime tú

- ¿Y me van a dejar acá abandonado?
- No, abuelo. Estamos todos acá, te vinimos a visitar.
- Llevame a mi casa, nena. Dale.
- Estás en tu casa, abuelo. Te vinimos a visitar a tu casa. ¿Sabés quién soy?
- Si, nena. Pero llevame a casa.
- Es tu casa. Fijate esa biblioteca, ¿la reconocés?
- Si, es mía.
- ¿Querés ir al comedor?
- Bueno, dale.
- ¿Ves? Acá están tus discos de Gardel. Tu aparador. Las fotos de la abuela y de nosotros…
- Si, si. Llamá a tu hermano. Quiero que me lleve a mi casa de la calle X. Yo le pago la nafta. Por favor.
Hermano: - Estamos en tu casa de la calle X. Salgamos. ¿Ves? ¿De quién es esa casa de al lado?
- Del papá de Sebastián.
- Claro, ¿y aquella otra?
- De Mirtha
- Bueno, y entonces ¿ésta casa de acá, a la que estamos entrando ahora con tus llaves, de quién es?
- Creí que en vos podía confiar. Nunca me imaginé una traición así ¡Por qué me hiciste ilusionar que me ibas a llevar a mi casa! Llamá a tu hermana.
Yo: - Abuelo, mirá. Esta es tu cocina. ¿Dónde está el baño?
- Allí
- ¿Y cómo sabés que está ahí? Porque estamos en tu casa.

Así pasaron las casi cuatro horas que estuvimos de visita.

Por qué no lo llevábamos a su casa era la única cuestión que repitió y repitió hasta el infinito. Ninguna otra. Yo intentaba sacarlo de tema y volvía a eso. Seguía con lo de que lo llevemos a esta mismísima casa donde estábamos.

No preguntó otra cosa. Nada.

Ah, perdón. Hubo una única excepción y que me preguntó sólo a mí:

- Nena, ¿vos tenés novio?
- No, abuelo. No tengo.
- ¿Y por qué no tenés novio?
...
...

- Abuelo, llevame a mi casa.

lunes, 11 de octubre de 2010

Rompiendo dicotomías

¿Estamos destinados a vivir
ó una historia intensa y pasional,
ó una apacible y "trivial"?

Cada vez que me cuentan una historia de esas de novela, donde se menciona "el amor de mi vida", "perdidamente enamorado/a", ó relatos del estilo "no podía dejar de pensar en él/ella, bajé como 10 kg en un mes" basta con hacer dos preguntas para confirmar la regla: ¿cuándo terminó? y ¿qué les impedía estar juntos?

Y no sólo les pasa a nuestros amigos, conocidos, y a nosotros mismos. Toda historia intensa de amor en el teatro, el cine, las novelas, en los temas musicales cumplen con la regla. Para que se pueda transmitir un "amor infinito", basta ponerle un obstáculo a la relación. A partir de ahí, la intensidad va subiendo progresivamente, y como chorlitos caemos en pensar "si se concretara, serían la pareja más feliz, auténtica y enamorada de la historia". Claro que, esto último, sólo pasa en las novelas (rosas). ¡Y ni siquiera! Cuando se juntan puf. Termina la novela pues no hay manera de mantener la verosimilitud de tal intensa pasión en el transcurrir del tiempo sin obstáculos.

¿Qué mecanismo perverso hace que, a una relación armoniosa y apacible, rara vez se la asocie a pasiones desenfrenadas? ¿y por qué, a veces, sí se despiertan tales pasiones al terminar esa misma relación? ¿Acaso la intensidad de la pasión sólo pude asociarse a la ausencia ó a la pérdida? ¿Tendrá que ver con la lógica que dice que uno desea lo que no tiene, pues no se puede desear lo que ya se tiene?

Si esto fuera así... ¿cuál mecanismo ingenuo hace que anhelemos estar visceralmente enamorados en una relación estable y armoniosa?

Creo que las vivencias aquí juegan un gran papel. Lo importante es vivir las relaciones como se dan. Y ver hasta donde esos enganches casi patológicos no son más que una historia en nuestras cabezas, ontológica con nosotros mismos, y nada tienen que ver con una historia compartida y construida de a dos... Y que tampoco aquella relación de varios años, cotidiana y predecible, fue tan insulsa como se la pretende ver a la sombra de la otra.

¿Será, de todos modos, que no quede más opción que vivir ó una (intensa y traumática), ó la otra (armoniosa y estable)? En cualquier caso, también estaría bueno ver más allá del instante, ver el devenir de las relaciones.
Aun si fueran dos: ¿cuál transcurre de manera constructiva, enriquecedora, con muchos momentos especiales y gratificantes? ¿con cual sentís que tenés una contención, una solidez, un respaldo y que sos la contención, la solidez, el respaldo de tu compañero? ¿dónde te sentís pleno, acompañado, sanamente enamorado y feliz?

En una época, este último planteo me sonaban triste. Patético. Mediocre. Resignado.

Evidentemente, habría algún resabio adolescente (como una memoria emocional de aquel amor imposible que había devenido en posible) que me hacía sentir "el amor" sólo cuando sentía que yo me desdibujaba por completo ante él, al punto de desmaterializarme.

Evidentemente, eso me llevó a vivir una historia que si bien furiosamente intensa no fue de amor. No tuvo que ver con una relación de dos. Fue un enrosque personal que, claro, "él" no dejó de fogonear... pero desde afuera y sin ser parte.

Evidentemente, no hay sólo dos maneras extremas y excluyentes de vivir una relación importante, intensa y pasional.

Evidentemente, estoy lista para explorar una tercera.

jueves, 30 de septiembre de 2010

El muchacho

Por fin me gusta alguien… un poquitito más que un atractivo ocasional.

Y no me di cuenta que esta excepción se dio porque me pareció muy lindo y me cayó bien apenas lo vi, ó porque nuestra conversación fluía como si ya nos conociéramos, ó porque al menos en superficie parecería que compartimos algunos intereses en común.

Tampoco me di cuenta que me gustaba de este modo diferente cuando me sentí tan cómoda con él en casa, tanto que pasamos un día entero juntos e íntimamente no quería que se vaya. O cuando me sentí igual de cómoda en su casa, tanto que le cociné.

Y, me costó reconocerlo, tampoco me indicó que este enganche era distinto el que me haya puesto nerviosa que pasaban uno, dos, tres días que no me mandaba ni un mensaje y yo, casi al borde del ataque de nervios, me aguanté cual heroína del siglo XXI las ganas de mandarle yo (no vaya a ser que se sienta acosado) y de repente el mundo me pareció más lindo y menos injusto cuando sonó el aparatito (éste, creo haber aprendido, es un síntoma de ansiedad y no de atractivo especial por alguien particular).
***
Me resultó tan difícil que me vuelva a gustar alguien de este modo diferente, que ya me sentía rara. Como cristalizada. Entonces también dudé si era él, ó las ganas que yo tenía de que me guste alguien así. Así como me gusta él.

Y tuve la certeza que me gustaba de esta "otra manera" cuando, por una trampa del destino que suele ser tan maliciosamente atinado, me topé en un bar con mi último ex. Ese que me enroscó al punto de que me haya costado más de dos años de intermitencias superar la separación, y de la que por fin ya me sentía liberada. Pero ahí estaba, cual prueba de fuego, luego de no saber nada de él por más de ocho meses. Nos vimos. Él con una expresión que, seguramente, se parecía a la mía: un solo gesto que englobaba sorpresa, asombro, añoranza, tristeza, alegría, incredulidad… cariño. “De estos encuentros con él siempre salí desestabilizada” pensé. Pero mucho tiempo había pasado y algo había cambiado. Me relajé, compartimos un café de dos horas y nos contamos las novedades superficiales y oficiales. Y nos despedimos.

Al subir al subte, no pude más que notar que mi cabeza no paraba de pensar y pensar y pensar en él… en el muchacho que conocí hace poquito menos de un mes. “¿Cuándo lo volveré a ver?”

Y esa sensación medio amarga de incertidumbre. Si a él le gustaré un poquitito más que un atractivo ocasional. Cuánto sería el tiempo prudencial para demostrarle que a mí sí. Si haré algo equivocado que pueda cortar todo de un día para el otro. Que qué hacer si no vuelve a comunicarse por unos días.

Esa misma noche, el muchacho se invitó a dormir a casa.
Por la mañana, ya ni me acordaba del encuentro con mi ahora ex-karmatico ex.

martes, 28 de septiembre de 2010

La nueva de Lola

No sería tan complicado si ella comprendiera que su idioma es suyo, y no el del mundo.

Entonces evitaríamos que cuando yo le digo "no, gracias" me insista quince veces (porque ella suele decir "no" cuando quiere decir "si"). O que cuando digo "no tengo ganas de tal cosa" ella piense, por la deducción de su lógica, que en realidad sí tengo ganas.

Pero Lola es más que eso. Ella sabe todo de todo. Y no desde un lugar de "sabionda", sino de experiencia. Ella sabe de soltería y sabe de noviazgo. Salió con chicos ricos y pobres, con chantas y serios (con ninguno más de un par de meses, pero sabe). Ella trabajó en lo privado y lo público, fue estudiante y fue maestra, fue amateur y fue profesional. A ella no le vas a contar. Ella sabe cómo vivir del arte y cómo ser un profesional exitoso. Si ella no lo ha sido (porque, obvio, todos quieren serlo) es por una innumerable lista de razones excepcionales que tiene preparada para quién pregunte, pero sabe cómo. Hacele caso.

Y sabe que sus apreciaciones son las de todos... y los que dicen lo contrario, es porque "tienen los mismos anhelos que yo digo, pero dicen lo contrario".

Entonces es una conversación de locos. Casi psicótica.

Hace un tiempo (demasiado tiempo para mi gusto, pues todavía le dura) le agarró una nueva. Tiene una muletilla que verdaderamente me exaspera, y es algo así como "Y qué querés, ella quiere lo que queremos todas" ó "Ella pensó lo que pensaríamos cualquiera de nosotras"... y sus variables interminables.

¡¡HOOOLA, LOLA!!
¡YO, Y ALGUNAS CUANTAS MILES DE PERSONAS MÁS, NO QUEREMOS ESO QUE CREÉS QUE QUEREMOS TODAS! ¡NO PENSAMOS ESO QUE VOS CREÉS QUE PENSAMOS TODAS!

Juro que casi me genera violencia. Imaginate a alguien diciendo "y, estaba ahí y lo robó, es lo que haríamos cualquiera de nosotras" (es obvio que esta frase es falsa y exagerada, pero me sirve para explicar la violencia que me genera ese final de frase). Y vos podés decirle hasta el hartazgo "todo bien, pero yo no lo haría", ella hasta puede llegar a tener pruebas de que vos no lo harías pues te conoce y tal vez te ha visto en situaciones similares donde has reaccionado de manera distinta, pero igual sigue repitiendo "dale, si todas queremos lo mismo".

Lo raro es que Lola no vive en una ostra.

Conoce(mos) hippies, vividores de rentas, gente cool, trabajadores, artistas, artesanos, algún pseudofamoso, rollingas, rastas, políticos, militantes, funcionarios, vagos, chantas, drogones, conservadores, gays, fiesteros, traumados, acomplejados, agrandados, creídos, etc etc etc.

¿Tan fuertes son sus mecanismos de resistencia que no puede asimilar la heterogeneidad?

¿Tan doloroso sería para ella pensar que sus deseos y/o anhelos son suyos y no son iguales a los de todos? ¿Acaso se sentiría rara ó qué?

Mmm... creo que por un tiempo, debería dejar de verla tan seguido...

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿Cuerpo Ó Intelecto?

La linda hueca; el inteligente feo.
El latino cálido y primitivo; el ario frío y evolucionado.


No sólo el estereotipo es tan fuerte que cuando encontramos alguna persona que encaja pareciera confirmar todo el prejuicio de un plumazo, sino que mantiene cierta lógica en varios aspectos.


Que en Nápoles son más expersivos, ruidosos, dicharacheros --> vagos y burros.
Que en Milán son más fríos, inexpresivos, poco cariñosos --> trabajadores e inteligentes.

El título que elegí no es una pregunta en sí, sino que se cuestiona si la "Ó", disyuntiva ó conjuntiva, es pertinente. Si son separables cuerpo de intelecto. Y, en el más tosco de los casos, si el desarrollo de "la mente" vendría a ser más deseable que el desarrollo de los-bajos-instintos.

Porque, además de la separación, todo lo que tiene que ver con el cuerpo y lo primitivo carga con un halo de "bajeza", "peor", "menos", "inferior". Y por supuesto, a la inversa: lo que tiene que ver con la mente y su supuesta evolución sería altruista, mejor, más, superior.

Tan arcaicos son algunos pensamientos de este estilo que se han hecho cuerpo. Se da por sentado, como si fueran verdades, ecuaciones ridículas:

mente > cuerpo
ciencia > creencia
razón > emoción
hechos > ideas
sentido común > idea nueva
**
La doble limitación de esta estructura (separar las dimensiones + colocarlas en clara jerarquía) no hacen otra cosa que detonarnos, en algunos de nosotros, la pregunta de hasta dónde se cuestionarán tantas cosas de la historia sin cuestionar ésta. Hasta dónde el positivismo, el iluminismo, el darwinismo ó como sea que se llame perdurarán en el "cuerpo mental" de las civilizaciones venideras casi en el plano del inconsciente, tatuados en los ADN de la civilidad.

Nadie cuestiona que por ejemplo tener trabajo es una de las necesidades básicas para subsistir en el mundo de hoy sin delinquir, pero no por eso olvidamos la estructura de naturaleza explotadora del trabajo formal (eso espero). Y me resulta incomprensible que, si bien una mente brillante inventó un antibiótico, se haya olvidado la naturaleza ridícula de esa distinción del cuerpo-malo, intelecto-bueno.

Ahora, como decía arriba, conocemos algunos casos particulares donde se da que quien prioriza el cuerpo (su estética y/o sus instintos) descuida el intelecto, y también los casos inversos. ¿Será por un tema de administración del tiempo? ¿Será una decisión? También está esa lucha interna, cuando ante algunas situaciones mente y cuerpo se pelean, y gana ó lo racional ó lo emocional... pero no ambos.

De todos modos eso no me desvela, aun sabiendo que para muestra no bastan ni mil botones. Lo que sí lo hace es que unos carguen con el desprecio, y los otros con la admiración. Y muchas veces, ésta valoración es consensuada por ambos grupos. Me desvela porque, como podrán preveer, aun si me esforzara por jerarquizar en este tema (cosa que de todos modos me resulta imposible) seguramente lo haría a la inversa.
**
En fin...
Por suerte yo soy muy hermosa, muy sensible, y muy inteligente... que sinó...

martes, 31 de agosto de 2010

a Vos

yo con vos descubrí la auténtica Pasión
la Rebeldía
la Pulsión
el Caos
la Explosión.
el Amor después de los treinta.

yo y vos hubiéramos sido Potencia
Diálogo
Equipo
Diferencia
y Congruencia.
Comprensión
Escencia.

yo sin vos conocí la intensidad del Dolor
la Decepción
la Furia
la Contradicción
la Humillación

la Histeria

el Vacío
Mi Ingenuidad
Tus Miserias.

Yo a vos te hubiera dado mi Espacio
Sinceridad
Intimidad
censurado mis falencias.

Sólo con vos fluyó como Natural
el inconfesado y visceral Instinto
casi Necesidad
de tener un Hijo juntos.
y puede que ahora jamás vuelva. 

eras el único modo de Crecer
era mi cuerpo que Sentía
era mi mente que te Creía
era mi instinto que te Olía
mi panza que Dolía
mis entrañas se Estremecían
al escuchar Tus palabras,
cuando te volvía a Ver.

yo Por Vos hubiera dado mi Vida.

vos Por Mí, no dejaste a tu mujer.

jueves, 26 de agosto de 2010

Y vos, ¿cuánto cobrás?

¿Por qué en general causa cierto pudor decir lo que uno cobra por su trabajo?


Tal vez me intrigue porque nunca tuve el pudor de decir cuánto he cobrado en todos los trabajos. Ni cuando consideraba que era una miseria, ni cuando consideraba que mi sueldo podía estar un poquito encima que el del supuesto promedio.

Aun así, creo que no hay que ser hipersensible para percibir que en general la mayoría de las personas se ponen incómodas sobremanera cuando se avecina el tema en números, y por eso evito preguntar cuánto ganan aunque yo les cuente. Y aun así no lo dicen. ¡Ni en una conversación sobre el mismísimo tema de "el pudor que da decir el sueldo"!

La lógica no me ha llevado a buen puerto en intentar dilucidar la raíz del enigma. Es tu realidad EQUIS, tu experiencia, tu posiblidad... ¿por qué no compartirla? Pero no. Hay alguna maraña intrincada por la cual eso no sucede. Ganes mucho, promedio, o poco.

Entonces rápidamente abordo el tema de la autocensura desde otro lado: ¿a quién le conviene que, entre los empleados o colegas, no se cuenten lo que cobran? ¿a quién perjudica que se haga un intercambio de experiencias e información al respecto? Esa sí es fácil de responder: a los "jefes". Por algún motivo no tan mágico se ha generado un sistema por la cual nosotros, los que no decidimos el sueldo, nos autocensuremos y no nos contemos cuánto nos pagan ellos.

Toda esta autocensura genera que, salvo escasas excepciones, el tema del salario sea una gran incógnita entre compañeros, entre colegas, entre los distintos trabajos... sabemos más de cifras leyendo el diario que hablando con un amigo.

Hoy, llegando a casa por la noche, veo una cuadrilla de más de 6 pintores pintando, bajo la atenta mirada de un señor de traje, la fachada de una gigantezca concesionaria de autos, de esas que exhiben los más lujosos adelante. - ¿A esta hora pintando? -pensé.

Me acerco y veo que estaban tapando miles de grafitis que obviamene habían dejado los trabajadores:

"¿$8 para almorzar?, ¡caraduras!"
"$15,20 la hora del mecánico? ¡paren de robar!"
"$250,87 (no me acuerdo qué cosa). Chorros! Repartan la torta que ganan gracias a nosotros!"


Me detuve. Me tomé toooodo mi tiempo ahí paradita, leyendo cada uno de los graffitis que morían debajo del rodillo blanco. El tipo de traje me miraba desconcertado, como diciendo ¡¡Piba, ¿qué leés? seguí camino!! Su expresión era como extraviada y su cara estaba desencajada. Muy nervioso y desconcertado miraba hacia una y otra esquina y caminaba de una punta a la otra de la fachada.


Era evidente la auténtica vergüenza que sentía frente a esos escritos que lo único que citaban eran cifras concretas. Las que "él" (o lo que representa) paga a sus empleados. Esaba claro: el tipo quedó desnudo ante los transeuntes.

Por fin, con este tema, puede presenciar un pudor lógico y coherente: el del que paga los sueldos injustos. Pero no porque pagara poco ó por un dilema moral, eso lo hubiera avergonzado siempre.
Sino simplemente, porque había salido clara y rotundamente a la luz pública su vergonzante mezquindad.

domingo, 22 de agosto de 2010

El idioma de Lola


GdA- ¿Cómo te fue en ese viaje soñado?

L - ¡Cuando volví mi vieja no me fué a buscar al Aeropuerto! ¡¿A ustedes les parece?!


Así empezó el relato del fabuloso viaje que Lola se hizo por playas paradiscíacas, con Chongo extranjero incluido y todo.

GdA- Bueno, bueno. ¿Pero cómo estuvo el viaje? ¡Mostrá las fotos! ¿Cómo quedaron con el muchacho? ¿Recorriste mucho?
L- ¡Es que no puede ser! ¡Tuve que pagarme un taxi desde el Aeropuerto a casa a las 4 de la mañana, y todo el recorrido pensando que me robaban! Si hubiera sido mi hermana seguro la buscaban. ¡No vino ni mi vieja, ni mi viejo, ni mi hermana!

Como no había modo de hacerla salir del tema, el Grupete de Amigas convocadas para darle la bienvenida se abocó de lleno a él.
GdA -¿Pero vos les habías pedido que te vayan a buscar, te dijeron que sí, y luego no aparecieron?

L -¡Claro! Yo les dije "No hace falta que vengan a buscarme, no se molesten". ¡Más vale que quería que vengan! y ellos lo sabían.

GdA -¿Y ellos te dijeron que iban a ir igual, aunque vos les dijiste que no se molesten?

L -¡Pero sí! Me dijeron "Bueno, vemos ese día" ¡Es obvio que sí! ¡Y no vinieron! Los reputeé a todos hasta hoy, y mi viejo me preguntó cuándo dejaré de echárselo en cara. Le dije que nunca en mi vida.

Desconcertado, el Grupo de Amigas reunidas empezó a inquirir:

- ¿Pero por qué no les dijiste "vengan a buscarme, es importante para mí"?
- ¿Por qué cuando dejaron esa respuesta ambigua no la aclaraste tipo "pero van a buscarme ó no"?
- ¿Por qué esa cortesía forzada en pleno seno familiar, de decir "no se molesten" cuando querés decir "necesito que vengan a buscarme"?

L -Ay, chicas. Me extraña. Yo no quería darles una orden. Lo que una quiere en realidad, es que los demás quieran darte una mano. En este caso, buscarme por el aeropuerto. Que surja de ellos.

Amiga1 -Pero si fuera así, no se lo echarías en cara. Sólo comprobarías que no surgió de ellos. Pero no podés obligarlos a que les surja, o reprocharles que no les surje buscarte.
Silencio.
Casi como sentencia, esa frase sonó a que "no te quieren ni jamás lo han hecho". Cosa que obviamente no es así. Lo que intentaba desentrañar Amiga1 era lo loco del discurso que siempre tiene Lola. Que cuando dice "no importa", quiere decir "importa". Que cuando alguien le dice "tal vez", ella interpretaba "si" ó "no" según lo que ella espera escuchar. Como si viviera en un plano discursivo paralelo, aun en su ámbito más íntimo como el de la familia, los amigos, las parejas.

Amiga2: Algo parecido pasó para tu cumpleaños. Nos dijiste a todas que no querías festejar, que no vayamos a verte. Te cansaste de repetir eso tajantemente y al día siguiente nos estabas puteando a todas porque no habíamos ido.

Lola: ¡Pero chicas! ¿Quién no quiere que sus amigas vengan a su cumpleaños? ¡Por favor!

Es inútil. Más de diez años de conocerla y aun no decodificamos el idioma de Lola.

lunes, 9 de agosto de 2010

¡Mujer! ¡Ya no tienes excusas!


Lalalá lará lalá la lá. Lalalá lará lalá la lá.

¡Qué felices son las mujeres!

Y si no sos feliz y no te sentís plena es tu culpa, tu responsabilidad, tu pretenciosa mirada del mundo.

¿Qué tanto dilema de encontrarte con vos misma, de saber quién sos en verdad, qué te gusta hacer y cómo te parece mejor hacerlo; de explorar la vida más allá del cuento de Hadas y las novelas rosas; de reflexionar y aprender; de tener inquietudes, intereses?

El camino más claro para encontrar la felicidad está frente a tus ojos. Y si sos ciega y no lo ves, es tu culpísima culpa.

A no desesperar. Para que no tengas excusas, aquí va sólo una muestra de los pasos a seguir para que vos, Mujer hecha y derecha, seas plenamente feliz:

  • Lavar la ropa blanca con el jabón en polvo indicado: terminarás cantando en las terrazas, rodeada de burbujas, junto a otras mujeres tan felices como vos por dejar su ropa blanca, blanca.
  • Ídem para la ropa de color, la ropa negra, la ropa blanca con color.
  • Lavar la ropa con jabón líquido: madurarás como mujer y confirmará tu independencia cundo recién te hayas mudado de la casa de "mamá".
  • Sacar las manchas con el sacamanchas indicado: te sentirás realizada y hasta los científicos de laboratorio te felicitarán.
  • Lavar la ropa con suavizante para ropa: tus hijos te adorarán cuando acaricien sus prendas y te lo dirán.
  • Lavar los platos con el detergente concentrado para agua fría: harás quedar fabuloso a tu marido cuando se vayan de campamento, y serán plenos y felices por ganar la competencia del lavado.
  • Desinfectar a tus hijos cada 5 segundos con el jabón indicado: serás una heroína que salva a sus hijos de los monstruos bacterianos que amenazan su vida.
  • Desinfectar los pisos, el baño, la cocina, los muebles, los juguetes! con el producto indicado: ídem pero además, salvás la vida de tu marido y tu mascota (aunque ésta última, vaya paradoja, también es una amenaza por portar bacterias).

¡Hay tantas maneras, mujer, por favor! Ya no tenés excusas. ¿Que son muchas cosas y muy difíciles e inquietantes para empezar? Tranquila, ve paso a paso.


Cuando hayas podido realizar las que menciono aquí, seguiremos con el listado para profundizar tu felicidad: con qué vestirte, arreglarte, maquillarte, depilarte. Qué comer para no engordar, pero qué cocinarle rico a tu marido para que te adore. Cómo decorar tu casa con productos caros pero también haciendo manualidades. Con qué útiles escolares abastecer la mochila de tu hijo, y con qué juguetes y con qué alimentarlos. Con qué productos cepillar tus dientes, lavar tu cabello, desenredar tu cabello, peinar tu cabello ¡y cuidado si es liso, con ondas, enrulado!. La lista es infinita, pero recuerda. Paso a paso.

¡Inténtalo! El poder está dentro de tí.

¡Lalalá lará lala la lá! ¡Lalalá lará lala la lá!

miércoles, 4 de agosto de 2010

¡Por fin! me enamoré

Ay... me enamoré.

Viste cómo es. Que si te gusta, que no, que maso, que no me gusta mucho pero me da bola... pero cuando te enamorás no hay duda. ¡Y hace mucho que no me enamoro! mucho mucho. Todos sabemos que el amor aparece en el momento menos pensado y siempre nos sorprende.
Nunca me sorprendí tanto como hoy.

Son hermosos.
Sí. Son dos.

Me enamoré de los dos.

El ratito que estuve, que ni me dio tiempo a sacarme el abrigo, me confirmó que estoy enamorada de ambos. Ya los había visto una vez, pero yo estaba a las corridas y fue más un trámite que otra cosa. Hoy estuve tal vez hasta menos tiempo que la vez pasada pero yo estaba en otra sintonía.

Cuando llegué a la puerta me acordé "¡Cierto! Estos muchachos son super interesantes, me encanta lo que hacen, muy agradables, tienen el estilo perfecto que encaja conmigo, y son muy muy muy lindos... ¿Cual era el que me gustaba más?"

Pero no pude: cuando entré no quise perder el tiempo en evaluarlos entre sí. Son los dos, y el equipo que hacen. Si hasta parecen más hermanos que los hermanos reales de cómo fluyen, sus tonos de voz, lo que proponen, cómo te miran a los ojos... ay... me enamoré. Ellos me hablaban de manera tan acogedora, y como buscando coincidencias, lugares que casualmente conocíamos, historias similares... y yo sólo podía imaginarme viviendo ahí, los tres en comunidad (cerrada a nosotros tres, obvio) y siendo felices para siempre. Hasta los sillones, las paredes, la biblioteca, la calidez de la luz que había hacían la atmósfera perfecta...

Y parecen Uno... ni siquiera puedo imaginármelos separados.

Ay... ¡y qué lindos son!

Salí casi sonrojada, y me fui suspirando las diez cuadras que separan mi casa, de mi futuro hogar conjunto.