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viernes, 31 de mayo de 2013

Masoquismo intencional

qué vida mediocre.
sin Goce,
sin Gracia.
puro esfuerzo
miserable
sin Texturas
ni olores hediondos
sin Mixturas
sin glorias ni bodrios.
el cuerpo exige Erotismo
sediento suplica Sentido
la mente lo vence violenta.
masacra con castidad cruenta.
qué vida ridícula
sin Placer y con castigo
¿acaso va tras un premio?
¿acaso es real el motivo?
y qué desagradable
rima trillada y patética
inmundo intento de descargo
¿por qué este formato de mierda?
odio y asco
todos extremos
hierve de intenso
muere de miedo
¿qué cosa me da Placer?
¿qué cosa me da sosiego?
casi nada...
ahora nada, te lo agradezco.
mediocre
miserable
ridícula
desagradable.
concentración mental
agotamiento emocional.
el cuerpo exige y exige
la represión lo sofoca
la depresión lo acongoja
y ese discurso pedorro
"la pelea con uno mismo"
peleás solo, ¿escuchás?
peleás solo: 
no hay manera de ganar.

y hasta cuándo durará
si es que algún día termina
esta vida de mierda
si es que me animo a vivirla.

esta vida de ridícula,
agotadora
cruel y cruenta,
y que me chupa la energía.

esta vida patética,
de abstinencia a la nicotina.

sábado, 18 de mayo de 2013

Autoritarios del éxito

La definición de "éxito", como sabemos, depende de cada persona. Pero podríamos generalizar en dos grupos. 
Los que la definen como "tener fama, dinero y/o poder" (o cualquier cosa en esa línea). 
Y los que consideran que ser exitoso sería saber lo que te gusta, perseguir eso y alcanzarlo, aunque no implique fama, ni dinero, ni poder. 

Lo que me irrita de los primeros es que creen que todos portamos la misma definición de "éxito" y, además, presuponen que todos perseguimos eso. Estas personas consideran que quienes no lo tienen o no lo persiguen, desearían hacerlo pero no se animan (ó no les da el cuero). Es lo que definiré como el uso autoritario del término "éxito".

Los segundos, aquellos para los que "éxito" es sinónimo de "realización personal" aunque no implique para nada obtener dinero ni fama ni reconocimiento ni poder, entienden perfectamente el estigma que los primeros descargan sobre ellos, pero no les importa.

Así se da el esquema donde, el "autoritario del éxito" (a partir de ahora, Autori) tilda de fracasado al de "realización personal" (a partir de ahora, Reali), pero el Reali no tilda de ninguna manera al Autori.

Eso es justamente lo irritante de todo ésto: el Autori tiene una definición de éxito pero no reconoce que el Reali tenga otra. Y, aún cuando ambos coincidan en la definición de "éxito" (si, si. puede pasar), el Autori jamás va a reconocer que el Reali no persigue ese éxito, y le descarga todo su resentimiento, toda su saña al Reali, tildándolo con lo que para él es el sumum del horror: el término "fracasado".

Pero no siempre es tan espantoso. He descubierto un antídoto para la irritabilidad que me generan estos ridículos Autori. El desdén que me despiertan estas personas es idénticamente proporcional al placer que renace cuando sucede algo inesperado. Algo que no puede más que causarme un inmenso y malicioso goce... un disfrute que me llena de humano deleite de venganza: 

es cuando sucede que, quién interpreta que el éxito no es la fama ni el dinero y sí su realización personal (el Reali) obtiene -sin buscarlo- fama y/o dinero y/o poder. 

¡Ay! Qué lindo. ¡Qué dicha cuando ves la cara del Autori frente a este fortuito acontecimiento! La expresión de sorpresa descreída, el balbuceo de "no se lo merece", la mirada de desdén descalificador. 

Convengamos que al Reali le chupa un huevo el haber obtenido fama y dinero sin buscarlo, ni tampoco le importa el juicio que el Atori pudiera hacer. Al Reali no le importa nada más que su realización personal. 

Pero a mí, viendo toda la escena donde se disputa el significado de la palabra "éxito", esta excepcional situación me desborda de placer.

Es una de esas extrañas excepciones paradógicas donde reconozco un sentimiento tan obtuso y desagradable como es el del resentimiento, y logro disfrutar de verlo emerger. 

domingo, 13 de enero de 2013

Histeria multidimensional

Supngamos que fuiste testigo, en muchos ámbitos de tu vida, de distintos tipos de histeriqueos.
Y supongamos que fuiste, en algunos ámbitos de tu vida, destinataria de esos histeriqueos.
Y podríamos suponer, también, que has sido víctima... que has sucumbido alguna vez a ellos.
Pero, supongamos, que jamás los generaste porque te parecen patéticos.

Supongamos ahora que de todos esos histeriqueos te parecen una pavada en general, sin trascendencia. Aunque alguna una vez hayas sucumbido a alguno de ellos.

En este mar de suposiciones, donde casi que te crees sabia con respecto a la situación, te das cuenta que las lucubraciones y conclusiones, como todo en este mundo, dependen de la posición desde las que las estás pensando, analizando, sintiendo. 
Y que repentinamente cambia tu posición. 
Y que las teoría se fue al tacho.

Y esta descolocación. Este sentirte corrida de tu eje racional, llevó a hacerte hacer cosas que jamás hubieras hecho, y que hasta el día de hoy te seguís condenando. Pero ahí está: hecho.

Y ahora tenés cierta información. 
Inocente, en apariencia. Pero está.
Inconfesable por el hecho de la traición a tus convicciones que te permitió acceder a ella, la información no sale de tu boca, pero tampoco de tu cabeza. Está ahí pero no la podés usar, puesto que sacarla en sílabas titubeantes y nerviosas dejaría descubierta tu bajeza de haber llegado tan lejos. Callarlas te hace sentir que, al menos para el afuera, aún sos la misma.

Vos te lo perdonás, consolándote con que sos humana, y que hasta es reconfortante saberte que no sos tan altruista, sino mundana. Que no sos un robot.

Pero.
Qué hacer con todo ésto.

Ésto que tiene tanta potencialidad de poder ser una estupidez, o no.
De poder estar probando una pavada, o una traición.
De poder desfigurar, hasta transformar en monstruo manipulador y bipolar, a un Osito Cariñosito.
O de poder, quién sabe si no sería lo peor, devolverte tu espantosa imagen reflejada en los íntegros e indignados ojos de un discurso sólido, convincente e inocente. 

¿Arriesgarse a romper algo tan irreparable como la confianza, por un dato parcial y que obtuviste de manera corrupta? ¿Callar sintiendo que tal vez estés dejando pasar algo que rompería tu confianza, y que te han hecho de manera corrupta? 

Todas las opciones llevan a distintos destinos... indeseables todos.

Qué hacer con todo ésto.
Por ahora, nada. 

Aunque te agarren ataques repentinos de hostilidad. 
Aunque por momentos puedas olvidarte de lo que viste -puesto que objetivamente no tiene dimensión- y lo hayas guardado en el casillero de "una pavada en general".

Pero el "hacer nada" te conduce a tu propia bipolaridad. Y jamás aprendiste a vivir con la hipocresía.

Por ahora nada. Pausa.
Sólo con el enorme anhelo de que tal vez se despeje el horizonte, y encuentres un camino alternativo por donde poder abordar ésto de la mejor manera.
 
Pero no sé por qué, creo que no estás tomando la mejor desición. 
Definitivamente, no servís para hacerte la boluda.
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

El Autoayuda... ¿apesta?

De por sí el concepto es un fraude: "libro/video/curso de autoayuda" es una obvia contradicción, ya que si fuera AUTO, no necesitarías ni del libro, ni del video, ni del curso. Pero esto es lo de menos.

Y también es menor que esté plagado de frases hechas, cursis, predecibles y vacías. ¿Notaron que ninguna tiene un argumento, ni siquiera sensible ó creativo? Sería la disciplina del "porque sí": ¿cómo un libro puede decirte que sos genial, si ni te conoce?

Pero esos detalles son inocentes. Lo que apesta de este tipo de concepto/dogma/visión del mundo es que, en épocas donde los paradigmas religiosos están abandonando la vigencia irreflexiva que los motorizaba antaño -ó simplemente han pasado de moda- aparece esta maquillada manera de promulgar la misma codicia (reza ó concéntrate en conseguir lo que TU quieres/necesitas), la individualidad (yo dialogo con Dios ó con el autoayuda desde mi historia personal), el egoísmo (ser bueno es conveniente; no seas malo porque si no TU irás al infierno). En este universo religioso-autoayudístico, la solidaridad es un "vale" para ganarse el cielo, la tranquilidad ó la buena fortuna. No aprendimos nada. Nada. Y notar ésto es devastador.

Lo que apesta no son las personas que buscan aquí alguna "ayuda", sino el concepto en sí. Este tipo de "nuevas" "disciplinas" "alternativas" no tienen nada de nuevo, ni de alternativo. Caen en el mismo agujero negro que las arcaicas tradiciones occidentales. Desde Dios y Jesús, hasta Smith y Ricardo:
  • el Ser Humano es egoista por naturaleza. Que cada uno busque su bienestar. Si le va mal, es por su propia culpa.
  • la búsqueda de la satisfacción personal es la que motoriza las cosas.
  • el desarrollo de la sociedad depende de la competencia entre individuos que persiguen sus propios objetivos particulares.
  • teoría del derrame: cuando me completo de todo lo que necesito, sigo acumulando para dar lo que me sobre. ¡JUÁ!
Y ahora el autoayuda. El autoestima. Como si el mundo no estuviera plagado de ese virus. Como si quienes transitan una crisis, justamente por ser víctimas de esas lógicas, necesitaran "más de lo mismo" para salir... pero por qué sorprendernos, hasta en la política se ha llamado a Cavallo para que "solucione" el Corralito creado por él.

Apesta. Y es triste notar que el árbol tapa al bosque. Que de tanto mirarse el ombligo, mucha gente no note que pierde de vista al mundo. Al otro. Al prójimo. Que todo puede llegar a ser especulación o zanata, pero que hay una sola cosa concreta y certera: que VOS podés ser la SOLUCIÓN REAL de un problema que tiene OTRO... y, por supuesto, VICEVERSA. Y que en esta visión colectiva, de conjunto, de unidad múltiple, está la solución: al alcance de todos nosotros. Basta con sacar la vista del "cielo" y del "libro", para posarla en el vecino, compañero, amigo, desconocido.

Aunque admito que sí hay un tipo de personas con las que esta disciplina puede colaborar: 

Con las personas jodidas. Con aquellas que no aportan nada al mundo, ni a sí mismas, y sólo se dedican a juzgar, criticar, despreciar, sacar ventaja de todo, joder. Esas que canalizan sus frustraciones señalando a su entorno. Que en un intento por no ver sus miserias, ponen "afuera" todo lo que apesta de ellas mismas. Esas que nunca se sientan a reflexionar sobre sí, sobre sus actos. Aquellas hipócritas que dicen una cosa y hacen otra. Para este tipo de personas el autoayuda podría servir... al menos, servir para que se vean tal cual son, vean que esa forma de ser ni siquiera les sirve (ni a ellas, ni a los demás) para absolutamente nada más que para destruir y destruirse. 

El autoayuda apesta... pero si sos jodido de verdad, te vendría bien una buena dosis de ella.

sábado, 27 de agosto de 2011

¡¿Quién se atreve a juzgarme?!

Pongámosle que yo entiendo que si alguien me brinda un servicio aparentemente gratuito, tengo que bancarme la publicidad.
Pongámosle que termino asumiendo que, cuando miro TV de aire, el contenido que me interesa deberá interrumpirse al menos cuatro veces por hora, para una tanda publicitaria.
Y pongámosle que si uso el servicio de mail "gratuito" y otros, como messenger, youtube, facebook, taringa, en fin.
Pongámosle.

Ahora... ¿Cuál es el límite de la publicidad? ¿Acaso no puedo ofuscarme por abuso y sobreexposición, por más que se suponga que esos supuestos "auspiciantes" son quienes hacen posible mi pseudo-servicio?

Abrís una página web y los banners, carteles luminosos (y tramposos) te saturan todo el contenido.

En la TV de aire existen las famosas PNT (Publicidad No Tradicional). Decí que miro poco, pero cuando algo me interesa ME ENFERMA que hasta dentro del contenido te digan qué comer, vestir, cómo decorar, por dónde pasear, qué película mirar. Si cronometráramos esos programas, en una hora te encontrás con 20 minutos efectivos de contenido. Un fraude.

Pero los colmos no se terminan ahí. ¿Acaso no pago el boleto de colectivo? ¡¿Entonces por qué tengo que estar viendo esas publicidades en las manijas donde agarrarme, en los techos del colectivo, en el vidrio de atrás que me tapa la vista?! Sólo las aceptaría si fueran del Estado que lo subsidia (me fastidiaría pero sería más justo, comparte conmigo el gasto de mi viaje). ¡Exijo ponerle fin a este abuso! Lo mismo en el subte, el tren ¡y hasta los taxis, el otro día viajé en uno que tenía un LCD que pasaba publicidades audiovisuales!. Sres empresarios de transportes: si van a poner publicidad, tienen que bajar el precio del boleto. Punto.

Y el colmo. La TV paga. ¿Acaso no pago para no ver publicidad? ¡No necesito que auspicien nada! ¡Paren de estafarnos! Si es TV paga, POR DEFINICIÓN, no debería haber absolutamente NINGUNA publicidad. A ver si me entienden, sres. del cable, ¡pago para no verla! ¡¡Ladroneessss!!

Así que, estimada audiencia. Si ustedes son pasivas e inocentes víctimas, objeto de escarnio público, tomados como cifras de facturación contra su voluntad y a costo de que les limen la cabeza y alienen sus cerebros liminal y subliminalmente, allá ustedes. 

Yo, ante semejante vejación público-privada contra mi integridad soberana, contra mi derecho a la libertad, a mi salud mental, haciendo uso de mi derecho a elegir, defendiéndome del descuartizamiento compulsivo a mi subjetividad trascendental, empecé a colgarme del cable.

¡¿Y QUÉ?! es poco. Ni siquiera los perjudica como se merecerían: aunque nos colgáramos TODOS, seguirían facturando más que lo que gastan. Pero por algún lugar hay que empezar. Ya estoy investigando la venganza para todos y cada uno de los abusivos asesinos de la inconmensurabilidad del ser.

¡Cuídense, buitres!