Temas

sábado, 11 de junio de 2011

¿Lo primero es la familia?

- ¡Hola, pipistrella! ¿Cómo anda esa hijita mía que tanto me llama todos los días?

- Hay, mamá. Sabés que soy colgada. ¡Además siempre me llamás justo cuando estoy a punto de marcar tu teléfono! 
(risas de ambas)

- Bueno, pipis. Te cuento rapidito porque sé que siempre estás a las apuradas. Estoy colaborando en juntar firmas para darle apoyo a (Tal) por todas las cosas injustas y mentirosas de lo que se lo acusa. ¿Vos además de firmar, podrías colaborar en difundir ésto, y de conseguir más firmas?

- ¿Qué? ¿Pero ud. es mi madre? (risas). Ay, mamá. Sabés que en estos temas opinamos diametralmente opuesto. 

- ¡Pero hijis! Yo te digo que me apoyes a mí, a juntar estas firmas. Sabés todas las cosas buenas que hizo este hombre, y ahora lo acusan injustamente y están diciendo un montón de mentiras.

- A ver, mamá. Yo no sé qué cosas buenas o malas hizo, pero estamos discutiendo otra cosa. ¡Y no quiero que entremos en esa discusión! Lo que yo te digo, es que no sé por qué me pedís ésto a mí.

- Te lo pido porque sos mi hija, y para que me ayudes en ésto. ¿Vos te creíste todas esas mentiras que se dicen de él? ¿Querés decir que yo soy capaz de apoyar a alguien que hizo esas atrocidades de las que se lo acusa? Si pensás eso, me estás insultando a mí.

- Yo no digo eso, ni digo nada. Lo que te pregunto es por qué me lo proponés a mí. ¡Hasta es provocativo! Pedile colaboración a gente que piensa como vos y listo. Yo no te juzgo a vos, pero respetá mi manera de pensar.

- Con eso querés decir que yo sería capaz de defender a alguien que hizo esas atrocidades. Me insulta y me duele. Yo te pido colaboración porque sos mi hija, y te lo pido como madre...

- Basta con ésto. Yo no sé nada. No voy a firmar y listo. A ver si me explico: si en algún momento yo necesito ayuda para sacar de la carcel a algún amigo que fuera "subversivo ponebombas" como podrías decir vos, ¡no te voy a pedir ayuda justo a vos! ¿Se entiende? Respeto tu postura, no voy a intentar persuadirte que dejes de hacerlo, pero vos respetá la mía. ¡Lo que a mí me ofende es que subestimes mi punto de vista!

- ¡Es más que un punto de vista! ¡Somos madre e hija! ¿Cómo no me vas a apoyar? ¡¿Deste tu punto de vista yo estoy apoyando a un delincuente?! Que yo te lo pida debería ser garantía de que no lo es. ¿O dudás de mí?

- Basta, mamá. Mejor hablemos más tarde porque esto se va a poner más feo. No voy a firmar, punto. Eso no nos hace menos madre e hija, ni que te quiera menos.

- Ay, pipis (la voz entrecortada) no lo puedo creer.
- Chau, má. Hablemos mañana.
-Chau.

5 minutos después, vuelve a sonar el teléfono:

- Sólo para decirte una cosa (claramente, estaba llorando). Si vos me pidieras ayuda para sacar de la cárcel a un amigo tuyo subversivo y ponebombas, yo te ayudaría. Porque sos mi hija antes que todo lo demás.

- Bueno, mamá. 
- Sólo para decirte eso.
- Está bien, mamá. Chau, un beso.
Corto. 

El primer y espontáneo pensamiento que se me vino inmediatamente a la cabeza, fue en forma de respuesta que jamás le dije, y vendría a ser algo así:

"¿Me querés correr por el lado de la culpa? si justamente en esa última afirmación que te sonará tan estoica, es donde queda claro en qué somos estructuralmente distintas vos y yo. El vínculo sanguíneo, para mí, no te exhime de todo lo demás. Todos los asesinos y personas desdeñables para la humanidad tuvieron madre, padre, familiares, y cualquiera de nosotros podría haber sido pariente de uno de esos. Si tengo una convicción (como vos la tuya) sobre algo serio, por el vínculo no la traicionaría. No dejaría de lado mis valores. Con tu afirmación dejás en claro que vos, por mí, sí: defenderías a alguien de quien pensarías que 'puso bombas y mató niñitos inocentes' si yo te lo pidiera. Eso no es estoico, es egoísta."

Hoy, muchos años después, me pregunto: ¿seguiré pensando así en el caso de que tenga un hijo? Esa incondicionalidad ó lealtad familiar (el vínculo sanguíneo antes que cualquier otro valor que considero universal), ¿podría despertarse en mí, con todo lo que lo detesto, si no se tratara de otros parentescos sino de mi propio hijo?

Pero también me queda una certeza: en esta cuestión, es preferible tener una mamá como la mía, a tener una hija como la suya... o sea, una hija como yo.

Te quiero, má.

domingo, 5 de junio de 2011

Yo, mi máquina del tiempo

Tengo una cualidad por la que muchos matarían, pagarían, venderían su alma al diablo. 


Tengo la cualidad de viajar en el tiempo.


Apenas descrubrí que tenía este "super-poder" (allá por mi adolescencia), tuve que sumirme en una profunda reflexión sobre sus cualidades, alcances y limitaciones. Y para ser breve, enumeraré las tres principales que fui aprendiendo con la práctica:

  • Abusar de los viajes en el tiempo, pude llevarte a la parálisis. A ser un vegetal. Es por ello que requiere de una gran lucidez y sentido de equilibrio, para no correr tal trágico riesgo. Y de una muy madura aceptación de la vida para poder dicernir qué cosas importanes merecen el viaje al pasado (o al futuro) y qué cosas no.
  • El alcance de mi cualidad es que funciona sólo con las acciones de las que yo soy responsable directa. No puedo ir al pasado y tener la certeza de cambiar lo que otro ha hecho. Pero no es poco, si tomo conciencia de todas las acciones que dependen/dependieron de mí, inclusive de mi persuación hacia otro. 
  • La limitación: en el viaje hacia el pasado, el período de tiempo topa con el día en que uno tomó conciencia de que tiene este "super-poder". Yo lo he adquirido, como conté, en mi adolescencia y casi entrando a la juventud: lo que significa que no puedo viajar hasta mi niñez, por ejemplo. Hacia el futuro, el período es ilimitado.

MIS VIAJES

Hasta el momento he viajado tres veces al pasado, y me encuentro dudando si realizar un cuarto viaje, pero esta vez al futuro. Son muchos, si tenemos en cuenta el esfuerzo que conlleva, y el riesgo que conté sobre la primer cualidad.

En el primero, evité que nos violaran a dos amigas y a mí. Viajé a aquel auto donde habíamos subido haciendo dedo, y llegué en ese preciso momento donde el tipo que nos venía sacando información y preguntándonos sutilmente sobre nuestras experiencias sexuales, estaba desviándose de la ruta a la que habíamos dicho queríamos ir. A la escena que arribo es en la que él ya había mencionado que tenía un revolver para defensa personal, y que nos recomendaba ir a otro lugar, por eso se desviaba por aquellos pastizales. En lugar de quedar paralizada como venía, simulé una descompensación, que me sentía mal, exigí que parara el coche. Una vez abajo de ese auto que se trababa por dentro y sólo se abría por fuera, me negué a volver a subir. Abrí las puertas de mis amigas y las increpé seriamente a bajar. El desenlace fue feliz.

En el segundo viaje, evité que no cayéramos desde un precipicio. Me materialicé el día trágico a las 20 hs, cuando estábamos a punto de subir al auto luego de haber estado tomando cerveza desde el mediodía. Iríamos, desde Villa Gral. Belgrano hacia La Cumbresita aunque el conductor (ni ninguno de nosotros tres) podía mantenerse en pie. En ese estado, donde la voluntad es casi nula y uno prefiere no pensar, insistí con más énfasis en no viajar, pero el dueño del auto se pone agresivo y dice que me calle y suba. No podía optar por "salvarme yo" y quedarme, así que fui con todas mis alertas posibles anunciando "¡viene auto!" "¡una curva!". El copiloto reía, mi amiga dormia, el conductor obedecía, serio, cual si lo manejara por control remoto (excepto en reducir la velocidad). Evitamos la curva fatal, aunque más adelante derrapamos en una curva inocente, con banquina de llanura.

En el tercer viaje, evité quedar embarazada. Viajé y llegué a aquel hotel donde estaba con él. Enredada en aquella relación desquiciada e inconciente, y donde no me había importado ninguna consecuencia que deviniera de su deseo, esta vez pude decirle que no. Que nos cuidaríamos a riesgo de que él me dejara. Éste fue el viaje más difícil, pues al arribar a aquella situación uno la siente tal cual la sentía en ese entonces: desdibujada por completo y entregada a él, decirle que no fue una de las cosas más valientes que hice en mi vida.

Ahora me encuentro evaluando la posibilidad de viajar al futuro. Pero los viajes requieren de una gran energía y concentración, y ando medio baja de voluntad. Resulta que me gustaría revertir ese "cursé todas las materias pero nunca me recibí", ese "hubiera adorado ese puesto de trabajo, pero no tengo el título". El tema es que me está costando mucho enfocarme para el viaje. Años. Este viaje que, como todos los otros, sólo dependen del presente...

De la inconmesurabilidad mágica del presente. De la revelación que el presente significa, como único momento de acción posible y real. De hacerse cargo de ese Poder con mayúscula e ilimitado. El único momento y espacio que habitamos y donde podemos cambiar las cosas. 

No somos producto de un pasado muerto e inmodificable. Sino fruto de nuestros "presentes" consecutivos.

Sólo basta arribar a, desde lo más íntimo, racional, emocional y espiritual, tomar plena conciencia del poder del presente. Y actuar.