Temas

sábado, 18 de mayo de 2013

Autoritarios del éxito

La definición de "éxito", como sabemos, depende de cada persona. Pero podríamos generalizar en dos grupos. 
Los que la definen como "tener fama, dinero y/o poder" (o cualquier cosa en esa línea). 
Y los que consideran que ser exitoso sería saber lo que te gusta, perseguir eso y alcanzarlo, aunque no implique fama, ni dinero, ni poder. 

Lo que me irrita de los primeros es que creen que todos portamos la misma definición de "éxito" y, además, presuponen que todos perseguimos eso. Estas personas consideran que quienes no lo tienen o no lo persiguen, desearían hacerlo pero no se animan (ó no les da el cuero). Es lo que definiré como el uso autoritario del término "éxito".

Los segundos, aquellos para los que "éxito" es sinónimo de "realización personal" aunque no implique para nada obtener dinero ni fama ni reconocimiento ni poder, entienden perfectamente el estigma que los primeros descargan sobre ellos, pero no les importa.

Así se da el esquema donde, el "autoritario del éxito" (a partir de ahora, Autori) tilda de fracasado al de "realización personal" (a partir de ahora, Reali), pero el Reali no tilda de ninguna manera al Autori.

Eso es justamente lo irritante de todo ésto: el Autori tiene una definición de éxito pero no reconoce que el Reali tenga otra. Y, aún cuando ambos coincidan en la definición de "éxito" (si, si. puede pasar), el Autori jamás va a reconocer que el Reali no persigue ese éxito, y le descarga todo su resentimiento, toda su saña al Reali, tildándolo con lo que para él es el sumum del horror: el término "fracasado".

Pero no siempre es tan espantoso. He descubierto un antídoto para la irritabilidad que me generan estos ridículos Autori. El desdén que me despiertan estas personas es idénticamente proporcional al placer que renace cuando sucede algo inesperado. Algo que no puede más que causarme un inmenso y malicioso goce... un disfrute que me llena de humano deleite de venganza: 

es cuando sucede que, quién interpreta que el éxito no es la fama ni el dinero y sí su realización personal (el Reali) obtiene -sin buscarlo- fama y/o dinero y/o poder. 

¡Ay! Qué lindo. ¡Qué dicha cuando ves la cara del Autori frente a este fortuito acontecimiento! La expresión de sorpresa descreída, el balbuceo de "no se lo merece", la mirada de desdén descalificador. 

Convengamos que al Reali le chupa un huevo el haber obtenido fama y dinero sin buscarlo, ni tampoco le importa el juicio que el Atori pudiera hacer. Al Reali no le importa nada más que su realización personal. 

Pero a mí, viendo toda la escena donde se disputa el significado de la palabra "éxito", esta excepcional situación me desborda de placer.

Es una de esas extrañas excepciones paradógicas donde reconozco un sentimiento tan obtuso y desagradable como es el del resentimiento, y logro disfrutar de verlo emerger. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentarios