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domingo, 24 de julio de 2011

Víctima de la sinceridad brutal

Digamos que en el plano de la sensibilidad, uno puede sentir determinadas cosas intensas (amor, pasión, enojo, tristeza) y son las que, en general, tienen reflejo en el cuerpo (mariposas en el estómago, adrenalina, palpitaciones). Y también puede sentir otras... que podría llamar.... mmm... ¿desoladoras?: vacío, hastío, desazón. En el medio, estarían las... digamos... neutrales: tranquilidad, confort, apacibilidad.

Resulta que éstas podrían encajar, de querer rotularlas, en los distintos tipos de parejas.

Yo no pienso ni siento que haya que tener una relación "sólo si estás intensamente enamorado", y creo que la mayoría coincidiría en que hay muchas otras dimensiones que hacen a una pareja próspera y feliz. Pero aun suponiendo que todos estamos de acuerdo con ésto, me encuentro con que es demasiado difícil ser abiertamente honestos y decirlo. 

Muchas veces el peso de las palabras puede ser aniquilador. 

"Ya no te amo, pero me gustaría que sigamos porque esta pareja me resulta cómoda". ¿¡What?! Imposible. Aún sabiendo que tal vez muchas parejas se encuentren en esa situación, ¿tendría futuro si fueran así de "Brutalmente Honestas"?

Y no lo digo sólo por el "destinatario" de la frase (que, dicho sea de paso, ¡vaya sacudón escuchar algo así!)... sino principalmente: ¿Podemos, nosotros, convivir armoniosamente una vez dichas esas palabras, escuchadas de nuestra boca por nosotros mismos, y puestas sobre la mesa para "hacerse cargo de las cosas como son"?

Ahí suele aparecer algo que yo llamaría Hipocresía Vital, y viene en pos de una supervivencia armónica (cuando se dicen cosas que no se sienten, ó cuando se callan las que se sienten).

No decir "la cruda verdad" no la hace menos cierta. La sensación está ahí, y es así, la manifiestes o no. Pero en esta hipotética situación, las palabras podrían ser el abismo, marcar un antes y un después... y, en general, un "después" en declive.

En una etapa de mi vida (desde que nací, hasta hace un par de años jeje) creía imposible vivir de otra manera que no sea con La Honestidad Brutal, y exigía que así me la devuelvan. Me dolía más notar una hipocresía cortez y amable, que ser interpelada por una honestidad brutal dolorosa y/o cruel. Y pensaba que a todos les pasaba lo mismo.

Pero lo que cambió en este útlimo tiempo es que, intuitivamente (no intencionalmente), se ve que he intentado salirme de ese lugar tan intransigente. Y creo que fue por dos motivaciones principales:

Por un lado, en mi vida "social-general" (no íntima) noté que casi no usaba filtro sintiendo una inimputabilidad que me daba mi "sinceridad". Yo solía aclarar "es mi opinión, no la realidad" pero igual. Agarrate. Por supuesto, aprendí a ser un tanto diferente en esos conextos. Paciencia, estoy aprendiendo.

Pero por el otro lado, en mis relaciones más cercanas (de pareja, de amistad, familiares) donde idealmente uno es como es, se conecta desde lo íntimo, el cariño, el amor, sentía que no había lugar para otra cosa que no sea la Honestidad Brutal mutua. Aun así, yo misma me he sentido muy mal después de sacar a la superficie lo "no dicho". Eso me cambiaba a mí, y cambiaba a los demás, y a veces yo no buscaba ese cambio, sino un simple "hacernos cargo" y continuar. Para mí sí se podía construir desde ahí. Pero parece que no siempre... o no con todos. Y es muy doloroso. Sentís que rompés algo.

Entonces, hoy me pregunto (sobre mí misma): 

Si no soy religiosa, si condeno muchos de los valores morales que nos han intentado inculcar, si no creo que exista "Una Verdad" sino un devenir de complejidades enredadas. ¿Qué hace que sea tan empecinadamente sincera, intente analizar todos mis sentidos y razones, quiera interpretar los ajenos, y promulgue y exija la honestidad brutal?

¡¿Qué pasa conmigo?! ¿Qué fetiche tengo con la supuesta honestidad/sinceridad?

Y la respuesta, es la revelación:

No es que esté convencida de que la honestidad brutal sea lo mejor. Es que intenté ser de otro modo y ví cómo me carcomo por dentro, me hace sentir incómoda, rara, inquieta, incompleta. Me siento dentro de una farsa, y que aporto a ella... Una espectadora incrédula, o una mala actriz desencantada, descentrada, artificial. Me siento que no soy.


Hoy me di cuenta: no soy una promotora de la "Honestidad Brutal", sino una amputada de la otra habilidad, una minusválida de cierta destreza social, una persona que NO TIENE LA CUALIDAD de poder vivir en la armoniosa Hipocresía Vital.

1 comentario:

  1. ... ¡y qué gratificación cuando sí se puede construir desde ahí!

    Simplemente... a veces la vida te sorprende.

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