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domingo, 19 de diciembre de 2010

Mujeres de mente abierta

I
- Chicas, les quería contar que me separé.
Carola, madre soltera de una nena de unos cinco años, acababa de cortar con su última pareja.
- Intenté de todo, pero hay cosas que son imperdonables- decía desde atrás de esa panzota de cinco meses de embarazo que se interponía entre ella y nosotras, grupo de mujeres que nos consideramos de mente abiera, mientras nuestra no excesiva confianza nos impedía inquirir sobre esos motivos imperdonables.

La mirábamos con cierta compasión disimulada que intentaba darle aliento, y todas la apoyamos. Que qué se le va a hacer, que son cosas que pasan, que para lo que necesites, no dudes en llamar.

II
- Lo voy a cortar, no da para más.
Nos contó un día Martina, al mismo auditorio de mujeres, por la misma época.
- No es él, es un tema de compromiso con la relación. La última vez que iba a venir canceló, y esa fue la señal que me decidió.

Todas asentimos condescendientes. Una relación a tal distancia, Mexico-Argentina, no parecía que podria prosperar si alguno no daba un gran paso. Y la verdad es que pocas creían en que esa relación prosperara. Ella divina, hiperactiva, bailarina, manteniendo por más de dos años una relación que habrá tenido poco menos de siete encuentros. Y si, Martina. Es comprensible. Al principio será doloroso, vivirás un duelo, pero tal vez sea lo mejor... tal vez éste es el gran paso posible en esa relación.

III
- Voy a demandar a mi ex marido por no pasar la cuota alimenticia.
Nos había contado un tiempo antes Norma, la mayor del grupo, quien tiene un hijo adolescente.
- Y ni siquiera lo hago por la plata, si son dos mangos. Lo hago porque no puede ser. Con ese prestigio que intenta mantener, que ni se avergüence de no cumplir con ese mísero gesto hacia su hijo.

Por supuesto este ávido auditorio en el que, por lo que cuento aquí no parece, no solemos tener este tipo de chalas sobre nuestras vidas privadas, asintió comprensivamente. Ella es una mujer espléndida y trabajo no le falta. Pero es casi el colmo que el tipo, que casi tiene un renombre, no le pase la cuota. Ojalá se enteren en el trabajo y el tipo no sepa dónde esconderse, decían algunas.

IV
- Y si, chicas. Se los tenía que contar en algún momento.
Es lo que respondió Malena al mismo grupo de mujeres que le preguntaba para cuándo los hijos. Ella, de unos treintaypico, está en armoniosa pareja hace varios años, y en feliz convivencia.
Estuvimos hablando con Mario y decidimos que no queremos tener hijos. Estuvo buenísimo que lo hablemos porque todo el mundo nos preguta, su familia, la mía, los amigos, pero sentimos que no nos vemos como padres. Nunca me plantee si tendría hijos ó no, y él tampoco. Ninguno soñó con tenerlos y hemos decidido poner eso sobre la mesa. De a poco lo vamos "contando" a nuestros entornos.

Mientras yo me asombraba que se justificara tanto como si estuviera contando algo de lo que se sintiera culpable, y mientras me sorprendía la profunda honestidad para con su pareja y el fuerte vínculo que deberían tener... y especulaba con la infranqueable e íntima comunicación que deben habitar y la pareja perfecta que deben hacer juntos. Y mientras ella seguía como justificándose, yo sentía una profunda alegría de pensar "qué bueno que se hayan encontrado y coincidido en este aspecto..."

El tema es que mientras yo estaba casi extasiada imaginando toda esa idealidad para con ellos mismos, me despavilaron repentinamente las voces del grupo de mujeres de mente abierta:

- ¡¿Pero cómo, Malena?! Vos siempre dando la nota. ¿Cómo no van a tener hijos?
- Ay, Male. ¿No será un resabio adolescente el tuyo, que no llegás a madurar?
- Tal vez sea una cuestión de ego. Te lo digo bien. Como que no te imaginás dedicándole tu vida a un ser tan dependiente de vos, justo vos que sos tan independiente.

Y así siguieron. Malena asentía, decía "puede ser, puede ser", sonreía. Muy segura de sí misma y como sabiendo que iban a venir este tipo de cuestionamientos que a mí me asombraron tanto...

- ¿Y ya se lo dijiste a tu familia? ¿Y a la de él?
- Sos hija única, ¿qué dijo tu mamá?
- Tu suegra no tiene nietos, ¡se va a morir! ¿le contaron ya?

Yo, muda. No salía de mi asombro. Estas mujeres que había comprendido, tomado como natural y ofrecido su apoyo a algunas de las historias más insólitas de pareja que se hayan planteado. Que siempre opinaban de otros temas con razonamientos e ideas creativas, descontracturadas, casi superadoras ahí estaban, cual tribunal inquisidor, señalando y tirando toda una lista de frases hechas... ¡a alguien que contaba una buena noticia para ella, un acuerdo con su pareja, ningún drama ni pesar! ¡que estaba feliz, que evidentemente había encontrado la horma de su zapato! ¡Que era honesta consigo misma y con su pareja!

En fin.

Ésto me dejó perpleja por un tiempo... y ahora que escribo sobre ello (en serio, en este mismo momento) creo que estoy desenmarañando esta aparente paradoja. Que por qué, que qué pasó con la historia de Malena que despertó esas reacciones en este grupo tan particular, y por qué las despertó la historia de Malena y ninguna de las otras:

Las otras historias, por más estrambóticas que parecieran, eran el "deber ser" frustrado, interrumpido. Una calamidad, una pena. Un accidente.

La de Malena era una postura, una decisión y la convicción de vivirla. Y su historia salía del "deber ser", del mandato, de lo establecido. Y por más que ella se mostrara feliz, nadie podía advertirlo. O lo advertían, pero no lo podían decodificar.

Creo que estas mujeres son de mente, palabras, ideas, razonamientos abiertos, creativos, desconracturados. Pero no entienden ni pueden ver hechos, que la vida concreta de alguien sea creativa, abierta, descontracturada.

No lo entienden... y ni siquiera notan que no lo pueden ver.

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