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domingo, 1 de agosto de 2010

¿Has de beber?

Ma sí. Que se vaya a la mier...
Si hasta que "no respondió el mail" ni me importaba.

El año pasado tuve unos problemitas de plomería y "alguien" me recomendó un amigo suyo. Vino. Muy lindo. Linda voz, aunque la escuché poco: trabajó como loco y no aceptó ni un vaso de agua, ni unas galletitas, ni un café, té, mate. Casi nada de diálogo, me cobró cifra que consideré justa y se despidió muy atento. Este año se lo recomendé a una amiga que estaba con los caños lastimados.

Boluddaaaa! ¡Está muy bueno el plomeroooo! ¿Cómo no me dijiste?" me encuentro titilando en el messenger mientras estaba en el trabajo. Sí le había dicho, pero parece que no lo enfaticé en la proporción adecuada. Ella me escribía mientras él estaba ahí, arreglando. Le pongo:
Sacale información! ¡Si está en pareja, algo!
A las dos horas...
-Ni le pregunté pero se encargó de sacar el tema que está casado y tiene un hijo-, me dice.
-No podía fallar-, le digo.

Hace poco tuve otro temita y lo llamé. Me desorientó su charla al teléfono: super extrovertido, bromista, expresivo. Yo lo había llamado desde el trabajo y ya me daba pudor hablar tanto con el plomero... ¡y más si sonaba a coqueteo! Él mismo bromeó con eso: -Bueno, mejor cortemos porque parece que podríamos hablar todo el día (!).

¿Qué fué esa charla? Enseguida le conté a mi amiga.

- ¡Nena! ¡Te está tirando onda!
- ¡Si está casado no me interesa, ya lo sabés! ¿pero se habrá separado?
Y todo tipo de especulaciones.
***
No viene al caso el por qué (por ahora), pero mi temita con la infidelidad
no tiene raíces ni religiosas, ni morales, ni tradicionales...
sino de cierta historia vivida
que me hizo fóbica a ese tipo de relaciones.
***
Llegó el día. Entra resuelto y extrovertido pero siempre de modo sutil, de lo más profesional, cosa que hacía cómoda la charla. Se ve que es su estilo porque sin que yo intente sacar el tema, se encarga de aclarar que se separó.
UAU

Por primera vez, de todo el abanico de especulaciones que había lucubrado, ¡se confirmaba la más optimista!

Él super simpático, yo me relajé. Me contó anécdotas de su vida y yo escuchaba y acotaba y opinaba... me preocupaba que fuera tan temprano y yo tan de entre casa... en fin, fluía la cosa lo más bien. Hasta que estábamos tan cómodos, él con sus herramientas en mis caños y yo en medias con las piernas cruzadas sobre la silla, que me confiesa el motivo de su separación: le fue infiel a la mujer.

CHAU

Duró poco la excepción al pesimismo. Involuntariamente (pues no es que sea una talibán de la fidelidad) se me vino a la cabeza esa historia difícil que viví... y no lo pude remontar. Mis comentarios empezaron a ser de lo más escuetos e indirectamente condenables. Ni yo me reconocía. Él divino, como cuando entró. Buscando en mí esa comprensión y complicidad que siempre tuve con el mundo aunque él no lo supiera, y por primera vez me sentí una pacata aborrecible. Como empujada por una pulsión mi lívido se desbarrancó sin retorno y dejó de interesarme al instante. Hasta que se fue, y pensé que era una verdadera idiota.

¿¡Qué me pasa!? era la cuestión más allá de él.

De todos modos, él en particular pasó a formar parte de mi libreta de "arregladores". Me olvidé por completo hasta que, por un tema de herramientas, empezamos a mensajearnos. Él seguía agregando algún adjetivo agradable a sus mensajes, y yo intentaba abrir mi mente. Él se ofrecía a regalarme una herramienta y yo a agradecerle pero no. Le propuse que la sigamos por mail porque ya eran páginas de mensajes. "Dale, espero tu mail. Besos".

Escribo un mail escueto y de clienta correcta. Pero por las dudas, y por si mi idiotez sólo se tratara de un autoboicot, terminé el correo con una pregunta cómplice sobre una anécdota que él me había contado... como dejando el espacio abierto a que me responda. Y nada. Días, semanas, y no respondió nunca.
Ma sí. Que se vaya a la mier...

Si hasta que "NO respondió el mail" ni me importaba.

Pero no dejaba de fantasear con toda clase de respuestas posibles, siempre que me tenían a mí como la más deseada y a él el más enamorado.

Y hoy. Creo que a un mes de mi correo enviado.

"Tienes un e-mail"
Que lo disculpe por el tiempo que demoró, que no lee seguido los mails.
Que todo bien, que si quiero puede pasar por casa a ver ese tema de la herramienta.

Y terminó el mail respondiendo la pregunta cómplice que le hice, con una broma correcta.

Y que cualquier cosa lo llame.
Qué cosas.
Por todos lados, hace agua.

1 comentario:

  1. ¡Jaaaa! Me acuerdo. De hecho, ¡la cosa siguió! (pero no se concretó, ¿eh?). Recuerdo que me mandó un par de mensajes, y uno decía: "bueno, qué te parece si me invitás unos mates?" o algo así. En fin. Respondí con evasivas y quedó ahí. El otro día, años después, se me rompió una cosa de plomería y vino a arreglarla. Todo un caballero.

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